Hoy es viernes y los sueños brillan más...
Es muy difícil explicar, lo tremendamente gratificante que es tener un hijo. Yo siempre dije que jamás tendría niños, no me apetecía nada pasar nueve meses con algo dentro de mi vientre y luego sufrir lo que no está escrito para dar a luz. Recuerdo los momentos antes de que naciera, con nervios, pero muy feliz. Fue tan maravilloso, que me resulta difícil que la gente lo crea. Pero es cierto. Jose está de testigo, jajajaja...
Después la época en que maman cada tres horas y el pañal también hay que cambiarselo y lloran para dormir y lloran porque tienen frío y duermes tres horas de media al día (con suerte) ... es un poco estresante, yo me sabía la programación de madrugada de memoria, de hecho me vi una serie enterita que ponían creo que a las cuatro de la mañana; pero es taaaaaaan bonito. Cuando te dicen te quiero. Cuando te dan un besito antes de dormir. Cuando te abrazan fuerte porque te notan un poco enfadada/o.
Sería fácil decir que mi hija es la más guapa. Porque para los padres nuestros hijos siempre son preciosos. Pero Tania lo es. Por fuera es una belleza (como su padre, es obvio) cuando nació lo primero que quise ver fue que tuviera la nariz de su papa. Y la tiene. Si. No hay palabras cuando sonrie y se iluminan sus ojitos. Y se vuelve chinita y a mi me chifla. O cuando me pone su carita de "quiero mimos, mamita" y yo voy y pico.
La cuestión es que yo no quería hijos. Jose no quería hijos. Pero no sé en que momento de nuestras vidas cambiamos de opinión. Lo queríamos muchisimo. Y creo que lo hicimos muy bien.
Aunque a veces te dan ganas de emborracharlos para que no crezcan (eso decían cuando yo era pequeña con los perros) o de meterlos otra vez en la barriga a ver si se vuelven bebes y no hablan tanto... o de dejarlos de vacaciones en casa de los abuelitos una larga temporadita.
Pero bueno, lo bonito es verla crecer, ir aprendiendo junto ella, y yo aprendo mucho de ella. También le enseñamos lo que podemos. Los valores que nos parecen necesarios, imprescindibles. El amor, la nobleza, la sencillez, la humildad, aunque en una época como la de ahora, la humildad, sea una obligación...
La cuestión es que han pasado 8 años y no me lo puedo creer y cada vez que llega su cumpleaños es como si volviera a nacer para mi. Porque la fotografiaría un millón de veces y no me cansaría de mirarla. Y la abrazaré miles de veces y me seguirá dando un pinchazo en el corazón.
Felicidades hija. Te quiero mil.
Buen finde a tod@s
Manoleritina.
Mila.